Las cartas de Ovidio: Política, personalidades e intimidad de puño y letra

Nota publicada por el diario La Capital el 15 de noviembre de 2022

El Fondo Ovidio Lagos digitalizado por la Academia Nacional de Historia tiene cartas del fundador de La Capital con su hijo y grandes protagonistas de la política argentina

La correspodencia es una forma de contacto entre las personas que ha evolucionado en su formato y temporalidad. La vida digital y la instantaneidad de los mensajes electrónicos quizás nunca consigan dimensionar la expectativa de quien escribe de su propio puño una carta en papel y de quien la abre luego de días y días de viaje a su destino. Hoy digitalizada por la Academia Nacional de la Historia, una colección de cartas de Ovidio Lagos y otras recibidas por él y su hijo Ovidio Amadeo Lagos quizás contengan aún algo del aura de la bisagra entre los siglos XIX y XX. A lo mejor desapercibidas, la correspondencia personal atesora las intenciones y preocupaciones trascendentales así como las cotidianas de los remitentes. De allí que el Fondo Ovidio Lagos pueda ayudar a seguir pintando el retrato de un personaje icónico para Rosario.

Ovidio Lagos nació el 31 de agosto de 1825 en Buenos Aires, tuvo una niñez de necesidades en Uruguay y de regreso de joven a su ciudad natal se dedicó a la tipografía. El 18 de abril de 1853 nació su único hijo, Ovidio Amadeo, de su relación con Eulogia Aguirre con quien se casó en 1854. Fue militar y debió exiliarse en Paraná.

Defensor de la causa federal, Lagos y su familia llegaron a Rosario a principios de agosto de 1867. Ovidio Lagos tenía 42 años cuando fundó el 15 de noviembre de 1867 el Diario La Capital junto a Eudoro Carrasco. Murió a los 66 años el 13 de agosto de 1891. Desde antes de su fallecimiento, la dirección del diario era ejercida por su hijo Ovidio Amadeo Lagos, quien hizo lo mismo, junto a sus propios hijos, hasta su muerte el 26 de julio de 1916 a los 62 años.

Además de dirigir La Capital, ambos fueron diputados nacionales por Santa Fe y murieron cuando aún ejercían esos cargos públicos. Ovidio había arribado al recinto por el Partido Autonomista Nacional en 1888 y no alcanzó a cumplir su mandato que iba hasta 1892. Lo mismo sucedió con Ovidio Amadeo. Fue elegido para tres períodos desde 1898 hasta 1918, pero falleció dos años antes mientras representaba a la Liga del Sur.

La donación

Sobre finales de 2021, un miembro de la familia Lagos se contactó con el Dr. Miguel Ángel De Marco, ex presidente de la Academia Nacional de la Historia y su miembro más antiguo. Ovidio Enrique Lagos, hijo de Ovidio Constantino Lagos, atesoraba una cantidad indeterminada de correspondencia de eventual interés histórico.

También encargado de contar la historia de La Capital, De Marco le sugirió a Lagos depositar el material en la Academia de la Historia y para ello se hizo una nota de donación.

De allí en adelante talló la disponibilidad que la Academia tiene de dos máquinas de digitalización de gran tamaño para periódicos antiguos. Mauricio Genta fue responsable de la técnica de escaneado.

El fondo

Se trata de correspondencia personal y pública perteneciente a Ovidio Lagos y a su hijo Ovidio Amadeo Lagos. De allí la importancia de las fechas de su actuación como legisladores.

De Marco deduce sobre el origen del archivo y algunas de sus cartas parecen anclar su explicación. “Nadie sabe qué sucedió cuando murió Ovidio Amadeo”, dice el profesor en relación a los bienes personales e institucionales, léase los relacionados a La Capital.

Y añade: “Creo que es una partecita de un gran archivo de otrora. Ovidio Amadeo debió tener el archivo del padre y el propio, y al morir, como hacen habitualmente las familias que se reparten objetos y demás, se repartieron los documentos”.

No puede considerárselo específicamente un archivo, sino de un fondo de depósito documental. La Academia tiene en su custodia archivos, por ejemplo, del presidente Roque Sáenz Peña, que abarca “200 y tantos biblioratos y cajas especiales”.

El Fondo Ovidio Lagos “no es muy voluminoso”, son unas cinco cajas que acopian unos 150 o 200 folios con 273 documentos. Entregado a la ANH, el lote fue ordenado, se analizó su estado de conservación y se realizó su limpieza. Este procedimiento de acondicionamiento estuvo a cargo de la archivera Paula García Figueroa. Se especifica en la página web que el proceso de restauración incluyó limpieza mecánica con pincel de cerdas suaves, espátula metálica y bisturí, limpieza de manchas con agua desionizada y tratamiento de hongos con alcohol isopropílico.

Luego entró en un proceso de revalorización mediante su descripción, realizada por Karen A. Sanchez, y clasificación.

Nexo entre la documentación y la institución, De Marco comentó que lo más importante de este episodio es “preservar la documentación, porque se ha perdido más de lo que existe”, y que quede en el ámbito público. “Por la modalidad del archivo, por el cuidado que se pone y porque tiene proceso de digitalización, pareció que lo más apropiado era llevarlo a la Academia (de la Historia)”, afirmó para seguidamente reflexionar sobre el destino de objetos y escritos históricos: “En ese aspecto, Rosario es un desastre. Lo digo como viejo rosarino, como ciudadano ilustre y, con 82 años, conozco bien el tema”.

De Ovidio a Ovidio Amadeo

Según la página web de la ANH, están disponibles on line dos series: Correspondencia de Ovidio Lagos a su hijo, Ovidio Amadeo Lagos, y Correspondencia general recibida.

La primera serie contiene 36 documentos y comienza sobre el final de 1889 con Ovidio Lagos en viaje. Según se fechan las cartas y por los comentarios que realiza, Ovidio recorre Italia, Francia y Portugal, específicamente Bolonia, Roma, la París previa a la Exposición Universal y Lisboa, para arribar a Buenos Aires a fines de mayo de 1890. El cruce ha sido en un servicio de transporte marítimo a vapor.

Son habituales los comentarios en relación al acontecer del diario y a los vaivenes de la política. Por ejemplo, el 23 de marzo desde París, Ovidio hace referencia a “una máquina” de la que envía un plano y la que pronto “empezará a embalarse”. También comenta sobre el “fabricante de papel” y del “flete”. Luego hace mención de un “ingeniero” al que pone en contacto con Ovidio Amadeo. En otra misiva habla sobre una prensa litográfica y máquinas de corte.

Gestiones políticas

En otra fechada el 8 de mayo de 1890, Ovidio remite a una de sus más recordadas iniciativas como diputado nacional, elegido en 1888. La canalización del paso, luego Canal Martín García, sirvió para mejorar la circulación del transporte en los ríos de la Plata, Paraná, Uruguay y Paraguay. Asimismo hace referencia a un expediente suyo sobre la construcción de un puente elevador para el ferrocarril de Rosario a Santa Fe.

Ovidio no se anda con chiquitas en sus reuniones políticas. Desde el presidente Miguel Juárez Celman, cuyo gobierno “si no entra en vereda” espera derrocarlo “con sus propias manos”, hasta el hombre fuerte de la época, el general Julio A. Roca, para negociar contratos de obras públicas, o con el médico catamarqueño Carlos Malbrán, luego figura de la salud pública argentina.

Por supuesto que hace comentarios sobre la política santafesina. El fin del mandato de José Gálvez y la sucesión gubernamental a manos del mismo partido, el Partido Autonomista Nacional, pero de otra ala encabezada por Juan Manuel Cafferata, “presenta una situación difícil para el diario”. Y afirma que “la provincia no precisa tutores ni la mala influencia de personas como Gálvez o Cafferata”. Por el contrario, despliega elogios para su “amigo” Nicasio Oroño.

Su preocupación pasa por la integración del directorio y los reglamentos del Banco Provincia, si será refundado por el Gobierno en el Banco Nación o será entregado a una empresa particular. Además habla del Banco Hipotecario y una política de préstamos que no beneficiará inversiones urbanas. Como consecuencia, le aconseja a su hijo que “hipoteque un campito”.

Cosas de familia

Ovidio vive ya hace algunos años en Buenos Aires. Sus riñas con el poder, incluidas los decomisos a La Capital y las clausuras de la imprenta, y un intento de asesinato lo han depositado lejos de la violencia política santafesina atendiendo a su labor como diputado nacional. Vive en el Hotel París de la porteña Avenida de Mayo. Tras el periplo europeo, su hijo lo visitará y el 18 de julio de 1890 le escribe para avisarle que lo irá a buscar a la estación. También le pregunta si quiere una habitación en el Hotel París o donde él lo disponga. Las cartas presentan membretes de la Cámara de Diputados de la Nación y del Hotel París.

Las cartas de Ovidio a su hijo evocan también la cotidianeidad y la intimidad de la familia Lagos. En mayo de 1890 se refiere supuestamente a Eulogia, cuando le pregunta a Ovidio Amadeo por “su madre” a quien la aqueja una “grave enfermedad”. Y se apiada: “Es de un martirio tremendo. Pobresita”. En junio menciona a su hermana Gertrudis.

En una carta anterior Ovidio se lamenta por la enfermedad de Sarita, una de sus nietas, pero el 11 de mayo de 1890, se sincera y le advierte a su hijo sobre los problemas que tendrá para criar a “tantos hijos en una ciudad como Rosario”.

Ovidio Amadeo tuvo once hijos: Ovidio Manuel, Carlos Ovidio, Joaquín, María Aurelia, Sara, Celina, Adolfo, Leopoldo, Amadeo, Isaura y Dora Nilda. Seguramente la hipótesis de De Marco sobre la eventual dispersión de los bienes de la familia Lagos se funde en ese número.

Cuando Ovidio Amadeo murió en 1916, ya vivía en Buenos Aires con toda su familia, mientras que sus hijos Joaquín y Adolfo colaboraban en la dirección del diario.

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