Mitre vio en la estadística una oportunidad para conformar el país moderno
Por Susana Frías para el diario La Nación
Consideraba esa ciencia, unida a la geografía, una herramienta fundamental para el conocimiento y el desarrollo; en 1895 formó parte de la Comisión Central del Segundo Censo Nacional

El siglo XIX se caracterizó por la expansión de los sistemas estadísticos públicos en todo el mundo europeo; su uso se hizo habitual entre los administradores, pero también en el mundo académico. Se fundaron sociedades científicas y se publicaron annales y journals estadísticos. Se multiplicaron los estudios geográficos, que permitieron a los Estados autoidentificarse y simultáneamente mostrarse al mundo. Se desarrollaron viajes de exploración, principalmente en Oceanía y África –se descubrieron las fuentes del Nilo–, pero también en América, completando informaciones hasta entonces desconocidas.
A mediados de la centuria, la Argentina empieza a participar de estos intereses. Al decir de Mitre, “es absolutamente indispensable a los hombres de Estado, a los publicistas, a los economistas, a los historiadores para conocer en todos sus elementos la población de un país, que es la fuente de su poder, de su riqueza, de su gloria”, y, en sintonía con las ideas vigentes, enlaza la estadística con la geografía. Por ese motivo celebró y apoyó la aparición, en 1839, de la obra Buenos Ayres and the Provinces of the Rio de la Plata, de quien era cónsul británico en el país; en 1852 ya circulaba la segunda edición, ampliada y traducida por Justo Maeso, comentada por Mitre en las páginas de El Nacional.
Otras obras, menos conocidas, pero con objetivos coincidentes, vieron la luz en esas décadas: en 1856, las de Charles Blandford Mansfield y A. de Belmar, y unos años más tarde la de Ernst van Bruyssel, todas ellas presentes aún hoy en bibliotecas públicas. Un párrafo especial merece la de Pablo Mantegazza –Río de la Plata e Tenerife, viaggi e studi–, publicada por primera vez en 1867 en ocasión en que el médico representaba al país en Florencia, en el Congreso Internacional de Estadística. Ese mismo año, la Argentina estuvo presente en la Exposición Universal de París, en la cual Martín de Moussy actuaba como jurado. Ya había publicado los dos primeros tomos de Description Géographique et Statistique de la Confédération Argentine, tal vez el compendio más importante sobre las características del territorio y las grandes posibilidades que ofrecía al inmigrante. El tercer tomo vio la luz durante la presidencia de Mitre gracias al apoyo del ministro del Interior, Guillermo Rawson, médico higienista que también representó a la Argentina en el exterior y uno de los precursores en el trabajo con estadísticas vitales.
Los desvelos de Mitre por la estadística se materializaron en 1852, cuando el gobernador Vicente López fundó una cátedra libre de Estadística y lo designó primer profesor; las clases estaban destinadas a funcionarios de los distintos ministerios, la Aduana y la Academia de Jurisprudencia, sin perjuicio de que otros interesados asistieran a ellas. En el archivo del Museo Mitre se conservan dos borradores diferentes de las únicas clases que llegó a impartir el docente antes de marchar al destierro. Podríamos suponer que la más sintética fue la que utilizó al momento de impartir los contenidos y la segunda, que reconoce agregados y retoques, fue un trabajo posterior, tal vez con objeto de publicarla. Esta última fue dada a conocer por Alfredo Estévez en 1951. La primera lección, en palabras del docente, “ha sido un cuadro general de la ciencia estadística, trazado a grandes rasgos” en tanto en la segunda se enfoca en la parte técnica y en la didáctica de ella.
De la lectura de estos textos se desprenden la erudición del profesor y su conocimiento de los textos de la época, especialmente la obra publicada por Alexandre Moreau de Jonnés en 1847 acerca de la estadística, aunque puede inferirse que había leído también las de carácter geográfico. Aunque Mitre conocía la escuela inglesa, llamada de “aritmética política”, es claro que se inclinaba por la escuela francesa, tal como demuestran las reiteradas menciones al que sería el encargado por Thiers de recopilar todas las estadísticas de Francia.
Mitre compartía su preocupación con otros contemporáneos. El afán por describir, por contabilizar, por mensurar, se tradujo en obras concretas. La inquietud del gobernador Vicente López para organizar una burocracia capaz de manejar datos numéricos se concretaría en la Oficina de Estadística Nacional erigida durante la presidencia de Mitre.
Pero no sería la única acción: en su presidencia y en la de Sarmiento se materializaron otras obras: el Departamento de Ingenieros, el Observatorio Astronómico Nacional, la Oficina Meteorológica. En otro orden, el primer censo nacional había sido ordenado por ley de septiembre de 1862 y se efectuó en 1869, retraso debido a los acontecimientos político-militares. En ese mismo contexto, el ingeniero inglés Peter Beare levantó el primer catastro de la ciudad de Buenos Aires entre 1861 y 1870. Durante la presidencia de Mitre se desempeñó, como ingeniero civil, en la Aduana; en la de Sarmiento trabajó en la construcción del ferrocarril Central Norte, que se extendería entre Villa María y Río Cuarto.
Ambos presidentes tejieron vínculos con europeos que compartían sus preocupaciones. En el curso de un extenso viaje por cuenta del gobierno de Chile, Sarmiento escribió un folleto pintando las ventajas de estos territorios. Uno de sus objetivos era atraer la atención de los alemanes, que por entonces se volcaban mayoritariamente hacia Estados Unidos. Fue invitado a Gotinga, donde conoció al profesor de estadística y geografía Johann Eduard Wappäus, quien facilitó para aquel escrito unas notas que había tomado durante una expedición científica a Brasil y las islas de Cabo Verde. Esa relación parece haber continuado y haberse extendido a Mitre, pues en 1868 este le enviaba a Juan María Gutiérrez unos datos sobre cuestiones estadísticas y limítrofes de la Argentina para que se las remitiese a Wappäus.
Mitre nunca cejó en sus preocupaciones respecto de ese modo de dar a conocer el país, tal como quedó plasmado en su segundo discurso presidencial, en el que se refería a la población, la cual “por una ley demostrada por la estadística” debía duplicarse en veinticinco años combinando crecimiento vegetativo e inmigración. Poco después revisaba una Memoria referida a la campaña bonaerense y la línea de fronteras, la que debía presentarse en la Sociedad de Geografía de París.
Al publicar la tercera edición de Historia de Manuel Belgrano y la independencia argentina, hacía, en el prefacio, un explícito reconocimiento a la importancia de las estadísticas y el modo más eficaz de suplirlas si faltaban. Al referirse a la población del Virreinato afirmaba que, al no haber podido determinarla con datos precisos, había recurrido a diversas fuentes: las “Descripciones” de Cosme Bueno, a Azara, a los informes de los virreyes, al llamado Censo de Vértiz, a los informes de Anton Zacharias Helms –con traducciones del alemán al francés e inglés, que aún existen en el Museo Mitre–, a los trabajos de Trelles en el Registro Estadístico, al Lazarillo de ciegos caminantes, a la obra de Samuel H. Wilcocke sobre el Virreinato y a dos inéditos, uno de 1770 y el otro de 1804. Con todos ellos, afirmaba “hemos establecido las cifras aproximadas de la población en esas épocas, con la conciencia de que ellas no se alejan mucho de la verdad aritmética”.
Fue miembro honorario del Instituto Geográfico Argentino, institución que lo había designado integrante de la comisión encargada de la publicación del Atlas Geográfico de la República Argentina. En 1878, como diputado nacional, apoyó a Francisco Pascasio Moreno publicando en La Nación su informe sobre el Nahuel Huapi; logró de ese modo que el gobierno, además de prestar atención a aquel, le encargase un estudio integral sobre la Patagonia a fin de definir los límites de esos territorios.
Como senador, en 1895 formó parte de la Comisión Central del Segundo Censo Nacional.
En definitiva, un hombre que supo ver en el impulso del mundo occidental a la ciencia estadística una inmejorable oportunidad para la conformación de la Argentina moderna.
Miembro de número de la Academia Nacional de la Historia y directora de su Grupo de Trabajo de Historia de la Población
Nota publicada el 23 de mayo en el diario La Nación: https://www.lanacion.com.ar/opinion/mitre-vio-en-la-estadistica-una-oportunidad-para-conformar-el-pais-moderno-nid17052022/