Martín Miguel de Güemes y la Guerra de Independencia en América del Sur

Dra. Sara E. Mata. Académica correspondiente en Salta

El 17 de junio de 1821 Martín Miguel de Güemes fallecía en la Cañada de la Horqueta como consecuencia de las heridas provocadas, diez días antes, por una partida realista que le sorprendió en la ciudad de Salta. Durante siete años lideró la guerra en la provincia de Salta enfrentando las invasiones del Ejército Real del Perú.  A doscientos años de su muerte resulta interesante reflexionar acerca de su protagonismo en el proceso revolucionario sur americano y la compleja trama política que debió enfrentar y de la cual formó parte. 

Retrato de Martín Miguel de Güemes (Autor: M. Prieto)

Hijo de un funcionario de la Corona, fue desde niño destinado a la carrera militar. A muy temprana edad ingresó como cadete al Regimiento Fijo destacado en Salta y con la finalidad de continuar su formación militar se trasladó a Buenos Aires en 1804. En ocasión de las invasiones inglesas se sumó al Primer Escuadrón de Húsares voluntarios organizado y comandado por Juan Martín de Pueyrredón. Los sucesos de Mayo de 1810 lo sorprendieron en Salta y de inmediato su sumó a la causa revolucionaria. Incorporado al Ejército Auxiliar del Perú se destacó en la batalla de Suipacha que posibilitó el ingreso del ejército a Potosí. Su relación con las autoridades militares fue reiteradamente conflictiva, incluyendo las desavenencias con Manuel Belgrano quien a comienzos de 1813 lo separó del ejército y lo envió a Buenos Aires. Por el contrario, su relación con Juan Martín de Pueyrredón fue siempre estrecha y gracias a sus gestiones fue reincorporado en 1812, luego de haber sido separado por Ramón Balcarce. Es factible suponer que, en su retiro en Buenos Aires, estableciera relaciones con José de San Martín por intermedio de Pueyrredón.  Su regreso al Ejército Auxiliar del Perú fue precisamente por decisión de San Martín, quien luego de reemplazar en el mando a Manuel Belgrano solicitó refuerzos de caballería a Buenos Aires. Con esos refuerzos y el grado de Teniente en febrero de 1814, Güemes retornaba al Ejército Auxiliar, en momentos difíciles y amenazantes para la revolución. Salta y Jujuy estaban ocupadas por fuerzas realistas y había ya comenzado la movilización rural en el valle de Lerma, en reacción a las requisas de ganado practicadas por las partidas realistas.

La decisión de San Martín, asesorado por Manuel Dorrego, de desarrollar una guerra de recursos en la provincia de Salta, evitando arriesgar al ejército en un avance o en un enfrentamiento en  Tucumán, y la designación de Martín Miguel de Güemes como jefe de  vanguardia resultó exitosa. 

Los paisanos voluntarios apoyados u organizados por los jefes de las milicias de Salta hostigaron permanentemente a las fuerzas realistas, imposibilitando su abastecimiento y deteniendo su avance hacia Tucumán. Finalmente, la caída de Montevideo en marzo de 1814 y el temor del envío de refuerzos militares desde Buenos Aires, al cesar el sitio de esa ciudad, sumado a las dificultades en la retaguardia producto del accionar decidido de los insurgentes alto peruanos decidieron el retiro del Ejército Real. Las ciudades de Salta y Jujuy fueron recuperadas. 

La habilidad y capacidad organizativa de Güemes había quedado demostrada. Su liderazgo comenzaba a construirse y se consolidaría al desafiar a José Rondeau, quien como Jefe del Ejército Auxiliar había reemplazado a San Martín. Con el apoyo de los grupos confederales que operaban en Salta y el de las milicias que había organizado, fue nombrado Gobernador por el Cabildo de Salta el 7 de mayo de 1815. La oposición, primero hacia su persona y luego hacia su gobierno, involucró a sectores importantes de la élite salto-jujeña, quienes a comienzos de 1816 apoyaron a Rondeau en su intento por destituirlo. Esa elite manifestaba la misma desconfianza y temor de los diputados de Buenos Aires y de Cuyo en el Congreso de Tucumán, quienes llegaron a considerarlo una amenaza similar a los intereses de Buenos Aires como aquella que  representaba José de Artigas en el litoral.  

La designación de Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo y de Manuel Belgrano como jefe del Ejército Auxiliar, por parte del Congreso General reunido en Tucumán, reencauzó la relación de Güemes con el gobierno de Buenos Aires, lo cual le valió el alejamiento de los grupos confederales que le habían apoyado anteriormente sin que por ello lograra superar la oposición de la elite a su gobierno. Por el contrario a medida que se agudizaba la falta de recursos y aumentaba el número de hombres movilizados, organizados en Escuadrones Gauchos, y de los cuerpos de Línea que el gobernador había creado e incrementado con parte de la oficialidad y tropa del derrotado ejército de Rondeau, mas crecía la resistencia a su gobierno. Esta organización militar resultó clave para impedir el avance, en enero de 1817, de las fuerzas realistas hacia Tucumán precisamente cuando José de San Martín iniciaba el cruce de los Andes para reconquistar a Santiago de Chile que se hallaba en poder realista y avanzar hacia Lima. La recuperación de Salta y Jujuy unos meses después, no acalló a la oposición que veía en Güemes un agente perturbador del orden social, al conceder a las milicias gauchas el goce del fuero militar que los sustraía de la jurisdicción de los Alcaldes y el Cabildo y negociar el no pago de los arriendos a los propietarios de tierras, quienes veían impotentes la instalación en sus tierras de hombres armados. Entre 1817 y 1819 fueron sofocadas dos conspiraciones.

En 1820, la crisis política en Buenos Aires, la disolución del Ejercito Auxiliar del Perú convocado por Buenos Aires para enfrentar a la Liga del Litoral y las dificultades económicas que enfrentaba Güemes para obtener los recursos necesarios para organizar y sostener el ejército que, por pedido de San Martín, debía marchar hacia el Alto Perú para cercar al Ejército Real del Perú, erosionaron su autoridad.

El 24 de mayo de 1821, pocos días antes de su muerte el Cabildo intentó destituirlo. Por medio de un mensaje informaba a los vecinos de Salta la deposición “…del cruel Güemez, monstruo entre los tiranos [….] Ya queda este por clamor general de todo el Pueblo, Tropas y Campaña, arrojado de la Magistratura que no merecía y borrado en el todo del Catálogo de Ciudadano e indigno de la mejor indulgencia”. El fracaso del Cabildo propició la conspiración que facilitó el ingreso de la partida realista a la ciudad de Salta que le sorprendió e hirió de muerte. Diez días después fallecía en la quebrada de la Horqueta, en las proximidades de la ciudad, hasta dónde había sido trasladado por sus hombres más fieles. 

Su  muerte clausuró  un capítulo importante de la guerra de independencia en un contexto político en el cual no puede obviarse la presencia en Arequipa de los Comisionados enviados por España en 1820 para lograr la pacificación de los territorios de ultramar. La firma de un armisticio por parte del Cabildo de Salta con Pedro Antonio de Olañeta, a pesar de ser cuestionado por el Virrey del Perú, se dio en el marco de las disposiciones arbitradas por España en su proyecto de pacificación y reconocimiento de la constitución liberal en los territorios disidentes de América del Sur y por lo mismo fue considerado por los Comisionados un tratado preliminar, rescatando su importancia en tal sentido. El armisticio significó el cese de las acciones militares coordinadas desde Salta con la insurgencia alto peruana, el apoyo militar que reclamaba San Martín no se concretó y la guerra prácticamente concluyó en la jurisdicción de Salta, a excepción de algunas incursiones realistas destinadas a obtener ganado. 

Su muerte fue celebrada y su memoria denostada por la elite local. Esta oposición local a Güemes tuvo también su correlato en Buenos Aires, dónde la prensa tampoco dudó de tildarlo de tirano.  Si bien su trayectoria militar y sus esfuerzos para resistir las invasiones realistas resultaron innegables, aun para sus más encarnizados rivales, su accionar quedó circunscripto a la resistencia ofrecida a las invasiones realistas. De allí que se impusiera en el relato histórico como defensor de la frontera norte de un país inexistente por cuanto las jurisdicciones de Salta y Jujuy integraban, junto con las provincias alto peruanas, el extenso territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Referirse a Salta y Jujuy como frontera norte es un anacronismo que responde a una reconstrucción histórica interpretada a partir del resultado del proceso que culminó con el surgimiento de los estados nacionales. En idéntico sentido durante el siglo XX la historiografía argentina valoró su participación en la guerra de independencia como contribución a la independencia argentina. 

En los últimos años una renovada historia política ha posibilitado replantear el proceso político y militar hispanoamericano de las primeras décadas del siglo XIX. El desafío consiste en reconocer la presencia de diferentes proyectos sociales y políticos en pugna y desechar una interpretación a partir de la imposición  de uno de esos proyectos como el único posible.  Los nutridos e importantes estudios aportados desde la historia conceptual contribuyen, en esta renovación historiográfica, al alertar  acerca del sentido y uso de conceptos y palabras en diferentes momentos históricos. Un ejemplo es el uso del término “argentino” que en el contexto de la guerra de independencia era sinónimo de “porteño”, es decir refería a “Buenos Aires. 

El acceso a un importante corpus documental de diferentes repositorios así como el reunido y publicado, entre los años 1979 y 1990, por Luis Güemes en los doce tomos de Güemes documentado, ha permitido proponer otras interpretaciones sobre su liderazgo contextualizado en la guerra de recursos que libró en un extenso territorio, que excedía la jurisdicción de la provincia de Salta, observar las tensiones y conflictos subyacentes en la insurgencia rural, reconstruir las redes políticas que integró y estudiar las estrategias que le permitieron construir poder en una negociación, por momentos tensa, con diferentes sectores sociales. Esa contextualización de la guerra y de las redes políticas requiere necesariamente intentar un análisis en diferentes escalas espaciales y a formular nuevos interrogantes acerca de las razones de la oposición a su gobierno y las causas de su muerte. Permite asimismo replantear cual fue su protagonismo en la lucha por la independencia de América del Sur junto con San Martín, Manuel Belgrano y Juan Martín de Pueyrredón. 

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